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lunes, 9 de octubre de 2017

El misterio de la gata negra

 La historia que voy a relataros es  verídica y trata de una hermosa gatita negra y su valentía. Pero mejor no adelanto nada. Prefiero que los descubran ustedes mismos.
El jardín estaba mustio por la falta de riego. La familia había viajado unas semanas fuera, para tomar unas pequeñas vacaciones y la falta de agua había hecho estragos. Algunas plantas, como los geranios, habían pasado a mejor vida. En cambio el jazmín permanecía mirando al cielo desafiante. Al parecer las raices habían llegado hasta el agua subterránea y se había abastecido a voluntad.
Pedro se asomo al paisaje desolado que ofrecía lo que antes había sido un verde vergel. De repente de la nada, salió una gata negra como la noche. Indignado, pensando en maldiciones y brujerías tomó una escoba y se dispuso a echar al animal fuera.
-¡Una gata negra!. Eso trae mala suerte.- Pensó, entre enfadado y asustado.
-No voy a permitir que ese animal regrese.
Al día siguiente llego María que había permanecido un día más en el pueblo de veraneo, para acabar de ultimar los últimos detalles. Cuando llegó a casa, Pedro le contó lo sucedido y el gran misterio de la gata negra en el jardín. Argumentando que eso era cosa de mala suerte y de brujería. María se echo a reír en sus narices:
-No sabia que eras tan supersticioso.
No creo que ese animal haya venido aquí a traernos mala suerte, si no todo lo contrario.
Pedro la miró desconfiado:
-¿Qué quieres decir?
-Que las cosas no son lo que parecen. No podemos quedarnos en el umbral de una puerta sin pasar para ver lo que hay dentro, juzgando desde fuera lo que vemos.
Las conversación acabó después de la cena, cuando se retiraron a descansar.
A la mañana siguiente María se asomoó al balcón. ¡Ohhhh sopresa!. Allí estaba la bella felina negra, buscando deseperada entre las hierbas.
Rápidamente bajo abajo la escalera sin hacer ruido. Quería desvelar el misterio de la gata negra.
-¿Que buscaba aquel hermoso animal en el jardín?
La contempló a través de la puerta de cristal. Estaba muy flaquita. Entonces un pensamiento cruzó  su mente: "La bella felina no está sola". 
Abrió lentamente la puerta. El animal al verse sorprendido, la miró desafiante.
María le habló con dulce voz:
-No temas. No te voy a hacer nada. Sólo quiero comprobar algo, preciosa.
Poco a poco, con mucho cuidado, se fue acercando. La felina retrocedía y gruñía mirándola a los ojos desafiante. Parecía un pequeña pantera a punto de saltar.
De pronto un sonido muy familiar llego a los oídos de María.
¡Allí estaban tan hermoso como un arco iris!.
¡En total ocho preciosos peluditos de todos los colores!
Un precioso y tierno arco iris había nacido en el jardín de María.
Miró a la bella pantera negra asombrada y admirada al mismo tiempo:
-No temas preciosa, no te voy a quitar tus hijitos
-¿Tienes hambre?
-Claro que tienes. Son muchos peluditos para ti. Ahora mismo te voy a traer algo que te dará leche suficiente, para amamantarlos a todos.
 María buscó una gran bandeja y la lleno con lo único que tenía en casa. Un rico estofado de patatas que había traído hecho del pueblo, para comer hasta que pudieran abastecer de nuevo la nevera. ¡El estofado olía a gloria y más para la pequeña panterita, muerta de hambre!
La bella pantera negra comía y gruñía a un mismo tiempo, por si a María se le ocurría acercarse a sus hijitos.
Su instinto maternal prevalecía por encima incluso del hambre que le mordía las entrañas.


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